Podría esta revista, La Fuentezuela, eco de los acontecimiento más destacados de nuestro pueblo, publicar una crónica sobre la última actividad cultural del pasado fin de semana como si fuese una de tantas. Pero hay sobradas razones para que no sea así
El sábado por la noche, a eso de los 20:30, las tablas del teatro de la casa de cultura de Almedinilla crujían con la compañía La Rous, la compañía que Rosa Díaz creó en el 2008 y que le ha reportado innumerables premios en FETEN, la Feria Internacional de Artes Escénicas para Niños y Niñas más importante del país, el Premio Nacional de
Artes Escénicas en 2011, o ser finalista de los premios Max en 2014.
Todos estos premios no pueden venir nada más que de una verdad, la verdad de las artes escénicas. Se terminó la función, y Rosa, La Rous, salió a agradecer al público (medio centenar largo) y a conversar con él, y seguir trasmitiendo su verdad. “Vacío”, además de delicadeza y exquisitez, destila la vida de Rosa. “Vacío” nos cuenta dos vidas que de tanto converger, terminan por ser divergentes. Rosa nos regaló su biografía en canal, su hija y ella, su lucha contra el monstruo que amenaza a nuestras y nuestros adolescentes. Hay algo oscuro que flota sobre las cabezas de nuestra sociedad. Algo que, especialmente desde la pandemia del COVID 19 se cierne peligrosamente sobre la juventud. La enfermedad mental, aunque mental y no física, no deja de ser una enfermedad, algo incapacitante que para algunos no es importante, o no debería existir… Pero no es lo que nosotros queremos, sino lo que es, porque está rodeando nuestro futuro. Recordaremos en un debate parlamentario, cierto político remarcó este mismo punto, y la necesidad de enfrentarse a la enfermedad mental como lo que es. Otro político, fuera de micro y focos, le replicó a voz en grito como si se tratase de un hincha de fondo sur de estadio “vete al médico”. ¿Que se vaya al médico? ¿Acaso la enfermedad mental no es transversal y afecta igual a los de arriba y a los de abajo, a los de la izquierda y a los de la derecha?
Pero Rosa, La Rous, con ” Vacío”, con la sutileza del trabajo del teatro de objetos, con las luces, los sonidos, y con su travesía del desierto, nos recordó el sábado que no, que esto no es banal. Y lo que concienció en Almedinilla, lo hace por toda España, y hasta por latinoamérica. Mereció la pena “Vacío” y conocer a La Rous, todo corazón y fortaleza. Es lo que pasa con el teatro, que siempre da en la tecla y nos pone el pensamiento en revolución para una sociedad mejor. Por eso será que en nuestro pueblo se programa teatro, porque nos hace pensar y analizar para no estancarnos, para progresar. Gracias a todas las La Rous que llevan sus baúles por esas carreteras de nuestra España para que pensemos contra el logaritmo, contra el bulo, contra la ignorancia del ruido y contra la luminosidad de las milésimas de segundo de las pantallas.