Día 10 de agosto. Sábado. Y ya está lanzado Festum. Y se ha hecho como le gustaba a él, a Manolo Carrillo. Sí, porque todo el mundo le llamamos Manolo, cariñosamente, porque se lo merece, porque daba y era generoso y con compromiso por su pueblo, que era siempre lo primero.
Ya está lanzado Festum con un lleno en la villa romana de El Ruedo, como él siempre deseaba. Le gustaban los llenos en las actividades culturales, y esta vez se llenó por Manolo.
La iniciativa de este pequeño homenaje partió de Skolion, el grupo de arqueología musical. Manolo era Skolion también. Y es que Manolo estaba en todo lo importante para su pueblo, y Skolion lo es.
Madurar una idea no es tarea fácil, pero el compromiso de Skolion fue claro desde un principio. Nada mejor que inmortalizar en piedra ese recuerdo de Manolo, ya patrimonio histórico de Almedinilla, como si de uno de los dioses manes o lares se tratase, para proteger y vigilar nuestra villa romana de El Ruedo. A la idea pergeñada por nuestro vecino y creador Kiko Cortés con todo Skolion detrás, le acompañó el grupo de Teatro Somnus.
Inicio. Doloroso video y locución de Manolo, dolorosa la representación del paso de Hypnos y las Parcas, esas que tejen y destejen el hilo de nuestra vida, decidiendo el punto en el que se corta nuestro aliento.
Segundo acto, ¿no fue doloroso el cortejo fúnebre, con plañideras incluidas, con “Vanitas vanitatum” como recitado repetitivo? Nos llevaban hasta el jardín de la villa.
Tercer y último acto. Skolion se encargaba de descubrir una estela funeraria, sí, como la que contenía el epitafio de Seikilos, que el propio Manolo solía recitar.
Pero no todo fue dolor, porque sobre la estela funeraria, las libaciones y los brindis por Manolo nos recordaron que tenemos que seguir dejando legado, no para nosotros, que una vez que le vemos la cara a Caronte no podemos más que pagarle el último viaje, puesto que ese viaje se hace sin equipaje, sino para los que vienen detrás.
Manolo entendía bien lo de “Vanitas vanitatum”.
Cuántas veces, en público y privado, Manolo nos recordaba ese lugar común de la literatura y la filosofía.
Todo se queda aquí. Manolo lo creía así y así lo vivió él también.
Se queda Manolo, en piedra, inmortal, e indeleble, cuidando y vigilando la Villa.
Nunca te olvidaremos, y las generaciones venideras también te recordarán para siempre.
En este enlace podéis ver el acto completo.
Redacción