Un Domingo de Ramos espléndido en el que el protagonista fueron el sol, las palmas, los ramos de olivo y los niños ataviados de hebreos.
Manuel Carrillo Castillo
La Semana Santa comenzaba ayer con el Domingo de Ramos, fiesta en la que se celebra la llegada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde fue aclamado por la multitud como Mesías, siendo las palmas, los ramos de olivo, el color rojo de la liturgia y la lectura del evangelio de San Mateo los elementos distintivos de esta celebración.
La jornada de ayer en Almedinilla estuvo marcada por las altas temperaturas, un sol radiante, la bendición de las palmas y ramos de olivo y la celebración de la Santa Misa en la iglesia de San Juan Bautista, donde un devoto de la borriquita donaba una jáquima para engrandecer la belleza del paso.
Al finalizar la liturgia de la Eucaristía, la Cruz de Guía y Ciriales hacían su aparición del fondo del templo parroquial, mientras que medio centenar de niños y niñas ataviados de hebreos iniciaban el desfile procesional junto al estandarte y paso de la Borriquita bellamente engalanado con las flores donada por Manuel Escobar Hinojosa y portado por más de una veintena de jóvenes costaleras por el recorrido oficial de las calles Iglesia, Río, Calvario, Plaza de España, Cuatro Caños e Iglesia.
Durante todo el recorrido estuvo acompañado por la Banda de tambores y cornetas “La Unión”, formada por cerca de medio centenar jóvenes, haciendo gala de bellas marchas procesionales, muchas de ellas enseñadas por el que fuera su director, Adolfo González, hasta unos días antes de su fallecimiento.