Centenares de personas participan en esta consolidada cita donde el sabor y la música sirven de contexto al arranque oficial de la Navidad.
La Voz de la Subbética
Con un gran ambiente, pese a la incertidumbre de la climatología, se ha celebrado este domingo en Carcabuey la XV edición de su Matanza del Cerdo. Un encuentro de los amantes de la tradición en el que se muestra a aquellos visitantes y neófitos en las labores artesanales más arraigadas en el mundo rural el proceso de elaboración de una amplia variedad de productos cárnicos procedentes del cerdo. Una materia prima que comenzó a prepararse a primera hora de la mañana gracias al proceso del despiece, en el que expertos y profesionales de la Carnicería García Arroyo seleccionaron las piezas adecuadas para la realización de las diferentes modalidades de embutidos y chacinas típicos de la matanza, como son el chorizo, la morcilla negra y la morcilla blanca.
Sería la base para otro de los puntos esenciales de este proceso de elaboración, quizás el más importante, puesto que del aliño depende en gran medida el resultado final del sabor que se conferirá a cada especialidad. Entre especias y aderezos, avanzó el mediodía en el que se dio apertura oficial a la fiesta, de la mano del alcalde de Carcabuey, Juan Miguel Sánchez, que estuvo acompañado por la delegada municipal de Cultura, Lucía Sánchez. “Una fiesta afianzada en el diciembre cordobés ya que nos visitan personas de toda la provincia“, afirmó el regidor, quien agradeció el trabajo que desarrollan las asociaciones, colectivos y cofradías que participan “y que son los verdaderos protagonistas”.
La Matanza del Cerdo es una fiesta para todos los públicos y buena muestra de ello fue el desarrollo de una yincana infantil o talleres como el de pintura o de repostería infantil en el que los chefs más pequeños demostraron sus cualidades en la elaboración de recetas dulces, siempre acompañadas con un tesoro gastronómico como el aceite de oliva virgen extra con Denominación de Origen Protegida Priego de Córdoba cuyo Consejo Regulador no quiso faltar a la cita y organizó una cata dirigida de aceites en el marco de esta programación. Y como la gastronomía es el eje central de esta celebración, también se pudieron saborear otros productos tan típicos como la ‘chanfaina’ (plato a base de asadura de cerdo), la ‘masa aliñá’ de chorizo o el potaje de habichuelas, elaborados por hermandades y colectivos de la localidad, y que acompañados por las cervezas artesanales que fueron objeto de una cata dirigida compusieron un conjunto de sabores difícilmente igualable.
Como en cualquier fiesta que se precie, el centro de Carcabuey se convirtió en un hervidero de personas que, en un ambiente de alegría y distensión, disfrutaron no sólo de estas recetas tradicionales sino también de una amplia variedad de productos artesanales, tales como como embutidos, quesos, dulces, hidromiel, especias, derivados del membrillo o castañas asadas que se ofrecían en la gran cantidad de puestos instalados en el entorno de la Plaza de España y las calles Majadilla y Santa Ana.
Ya por la tarde, lo salado dio paso a lo dulce con los concursos populares de productos derivados del membrillo y de resol casero, en sus modalidades de leche y café, a lo que además se añadió una degustación gratuita de dulces típicos. Con la caída de la tarde, temprana en esta época del año, el ambiente fue tomando un carácter propicio para dar la bienvenida a la Navidad en el municipio.
Así, la música sirvió de contexto a la previa del encendido del alumbrado especial con motivo de las fiestas navideñas, con la actuación de grupos de villancicos como el de la Asociación de Amas de Casa ‘El Pilar’, de Carcabuey; el Grupo de Mochileros de Algar; la Pequeña Zambomba de Almedinilla; el Coro de la Parroquia o el Coro Rafael Montes ‘Lini’, entre otras formaciones musicales.
Una fiesta popular organizada por el Ayuntamiento de Carcabuey en colaboración con el Instituto Provincial de Desarrollo Económico -Iprodeco- que se ha convertido en imprescindible dentro del calendario festivo de la Subbética, donde la tradición se preserva en un ambiente de intergeneracionalidad, convivencia y alegría.