El talento de Enriqueta Malagón Ariza, Mari Carmen Pérez Malagón y Paule Martínez se nos desveló repentinamente ante nuestros sorprendidos ojos el pasado domingo a las 13.30h en la sala Albayate de la la Casa de Cultura de Almedinilla.
Redacción / La Fuentezuela
No es común que los lazos familiares se unan en una exposición y aún menos cuando los artistas pertenecen a tres generaciones diferentes. Y no sólo eso, sino que la distancia geográfica nos separa tanto de Mari Carmen y Enriqueta, que viven en Madrid, como de Paule, que vive en el País Vasco.
Paule expone su primer cuadro en esta colectiva de lazos de pincel con sus 14 años a raíz de un taller de pintura de dos sesiones que recibió tras una estancia vacacional en la tierra de su familia, Almedinilla. Hay un gran futuro y grandes cualidades en su trabajo.
Siempre se ha dicho que la pandemia dejaría algo bueno, y es bien cierto, pues Mari Carmen empezó a pintar a raíz del confinamiento. Y lo sigue haciendo a día de hoy, usando el silencio de la noche como inspiración, y ampliando la pantalla de su móvil como modelo. No usa cuadrícula ni nada que se le parezca. Lo suyo es pura intuición y capacidad artística. Cede al pueblo de Almedinilla una de sus obras, aunque esperamos ver si obra en otra colectiva de lazos en breve en la sala Albayate.
Enriqueta, nacida y criada en Almedinilla, comenzó sus coqueteos con la pintura a sus setenta y pico años de forma autodidacta, como su sobrina Mari Carmen, ya viviendo en Madrid, y probablemente soñando con una exposición en su Almedinilla del alma. Los bodegones y la luz de Sorolla son su especialidad y de ellos ha captado su esencia. Estamos seguros de que sus noventa abriles servirán de ejemplo para que las nuevas generaciones de almedinillenses sigan enhebrando lazos de arte estén donde estén.