Manuel Carrillo Castillo
Es verdad que nunca hubiéramos imaginado una Navidad como las del pasado año. La pandemia del Covid-19 ha influido, sin lugar a dudas, en la anormalidad de estas fiestas navideñas.
Los mensajes de muchos responsables públicos, en pro de “salvar la Navidad, ha sido uno de los grandes errores e irresponsabilidades, un disparate en opinión de muchos epidemiólogos que también que también la han calificado como un despropósito, ya que no se había llegado a la incidencia acumulada de 25 casos positivos por cada 1000.000 habitantes y la curva de contagios nunca ha estado bajo control en ningún momento como estaba previsto o diagnosticado.
Quizás les haya traicionado el subconsciente y lo que en realidad lo que querían decir era “salvar el consumo” y el despilfarro en vez de “salvar vidas”.
Las palabras son muy importantes y el lenguaje cuando se refiere a personas o situaciones que forman parte de nuestras vidas debe cuidar minuciosamente la palabra que usamos.
La expresión “salvar la Navidad” tiene un tono bélico y beligerante que puede llevarnos a plantearnos muchos interrogantes, a la vista del incremento de contagios que se están produciendo después de la celebración de las fiestas navideñas, como la de ¿ha merecido la peña rebajar las restricciones en pro de las luces de colores, reuniones familiares o de allegados y brindis sin pensar en las consecuencias de estos actos?
Hubiese sido más sensato y responsable bajar la curva de incidencia, ya que la expresión “salvar la Navidad” va unida a “poner a salvo la vida”. De aquí, que sería un sueño o quimera la del vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, que en plena segunda ola del coronavirus y solo a dos meses de la Navidad, dijera en una entrevista en El País que: “Tenemos que llegar a la Navidad con una incidencia acumulada de 25 casos positivos por cada 100.000 habitantes. Ese es el reto, ambicioso, pero si somos capaces de llegar a esos niveles habremos salvado la Navidad y la salud”.
Visto lo que estamos viendo, ni se ha salvado la Navidad, ni la salud.