Rafael Fernández López /Alcalá de Henares
No está Almedinilla sobrada de vestigios de los siglos XVI-XVIII, acaso el último cuerpo del campanario de su parroquia y los restos del molino de las Claras, estos un tanto abandonados o descuidados, y la vetusta presa que amansó al Caicena y gracias a la cual el agua de la misma daba servicio primero al molino de las Claras, regando los huertos del ruedo de la población (y gracias a ella se siguen regando hoy dichos huertos), y más tarde utilizada también para varios molinos harineros que se construyeron años más tarde.
Hace unas semanas un prieguense colgó en Facebook una foto de dicha presa, situada en el Caicena y junto al camino del molino del Museo Arqueológico, me llamó la atención que a la misma le faltan algunos sillares de su coronación, creo que hilada y media que se ha perdido, arrancadas por el impetuoso aprendiz de rio, cuando las tormentas o lluvias torrenciales le vuelven bravo o proceloso.
En caso de que dicha presa fuera arrastrada por el río causaría que las huertas se quedasen sin agua para el riego, además del paso de la Fuente Ribera se cortaría, este paseo está seriamente dañado desde hacer bastante tiempo, ya que el río está socavando un trozo y es fácil que el mismo se desprenda a ser terreno de echadizo o relleno. Además, al desaparecer la presa se formaría un profundo barranco que seguramente dañaría buena parte del mencionado paseo de la Fuente Ribera y las márgenes de ambos lados del río.
Hace varios años lo puse en conocimiento del primer edil, el cual comentó que solicitaría de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir la actuación pertinente para recomponer la parte de la presa arrastrada por el Caicena, pero tal vez el asunto quedó en el olvido y tan vez cuando se quiera llevar a efecto su reparación sea demasiado tarde.
Comparando las fotografías realizadas en el 2009, y la de Francisco Alcalá en el 2023 se puede apreciar la labor que lentamente el río está haciendo en dicha presa que no está catalogada como bien de interés cultural por parte del Ayuntamiento de Almedinilla. La mayor parte de la población incluso la desconocen su historia, a pesar de que en el periódico local “La Fuentezuela” publicó en su número 249, octubre 2009, un artículo sobre su construcción.
Espero que tanto el Ayuntamiento como aquellos que se interesan por la conservación del patrimonio arqueológico y monumental de su jurisdicción municipal, no miren para otro lado y lleven a cabo o soliciten con carácter de urgencia, la restauración de la presa del molino de las Claras, antes de que desaparezca, como les ha ocurrido a los restos del primitivo puente.
Algunos datos sobre la construcción de la Presa de la Clarisas
Posiblemente el molino harinero de las Claras fue la primera industria que se construyó en Almedinilla, esto es un tanto significativo, pues ha permanecido, tras sufrir las transformaciones propias de las nuevas técnicas a escasos metros de su primitivo emplazamiento, reconvertido este primer molino en un pequeño complejo industrial, que daba trabajo a un buen número de obreros durante todo el año. Los avatares de la vida dieron al traste con esta industria y las afines que en torno al mismo se crearon, hoy el gran edificio heredero del viejo molino, lucha contra las inclemencias del tiempo, y el paso de los años a pesar de los elevados gastos que conlleva el mantenimiento a sus propietarios, esperando una nueva reconversión, antes que el paso de los años lo trueque en un montón de escombros.
Este molino y su entorno, antaño emblema industrial de la población, permanece hoy silencioso y sin vida, tras permanecer de una forma u otra casi cuatrocientos años, dando vida a la población. Como la mayoría de los molinos o los batanes pertenecían a los dueños de los señoríos o a las órdenes religiosas. Este de Almedinilla pertenecía al convento-monasterio de las franciscanas Clarisas de San Antonio Abad de Priego.
El arrendamiento del Molino Harinero
Este arrendamiento lo hacían las monjas anualmente, comenzando desde el 1º día de enero hasta fin de año. El arrendador adquiría unos compromisos que debía de cumplir, a la misma vez debía de tener unos bienes que garantizaran el precio del arrendamiento, o, en su defecto, tener un fiador que lo avalara con creces. Aunque disponemos de más documentación, nos vamos a ceñir a dos años concretamente, dos son los motivos por escoger estos años de 1730 y 1731. El primero es que el arrendador fue Domingo Álvarez, maestro alarife, propietario y abuelo del escultor José Álvarez Cubero, el segundo fue que en ese año una fuerte tormenta de granizo y agua que hizo que el Caicena se volviese impetuoso, y que causó graves daños en la presa de la cual el molino se surtía de agua.
El arrendamiento del molino se hacía en pública almoneda, con todos los licitadores o sus representantes presentes, en el año de 1728 fue arrendado a Francisco Muñoz de Alcantarilla, en el 1729 los arrendadores fueron Juan Carrillo y Sebastián Muñoz, en 1730 y 1731 el arrendador fue Domingo Álvarez.
En la pública almoneda resultó que el arrendador para 1731 se comprometía a pagar a dicho convento cuatrocientas cuarenta y cuatro fanegas de trigo limpio de maquila y medio cuartillo, a pagar mensualmente en lo que le tocare al prorrateo, además por adaraja debía de pagar doce ducados, catorce gallinas y cuatro fanegas de garbanzos, a pagar para el día de Nuestra Señora de Agosto, este arrendamiento se hacía con las siguientes condiciones:
“Que han de darse los arneses y herrajes de dicho molino bien trataos y reparados de todo lo necesario, y el caz y el catriz quebradizo de dicho caz, lo ha de tener abierto y desenterrado, que, si viniese alguna agua en demasía y saliese por encima de dicho caz, a caer así en la caballería o puerta del molino y se hiciese algún atolladero o perjuicio en las casas, ha de ser reparado a costa del otorgante, y dejarle corriente como lo ha recibido…
“Que si por falta de agua, rompimiento de la presa y caz y casilla, no moliere dicho molino cosa alguna, se le ha de bajar la renta del tiempo que no moliere, dando aviso a este convento y madres de su gobierno, para que hagan acudir el remedio y si se le ha de hacer dicha baja, y si no lo hiciese ha de pagar la renta por entero”.
Daños en la presa a causa de una tormenta
El arrendamiento del molino trascurría dentro de su normalidad, pero una fuerte tormenta de piedra y agua hizo que el Caicena se volviese en un impetuoso río que arrasó todo lo que encontró a su paso, la presa del molino no pudo aguantar el embiste de las aguas, siendo la misma arrastrada, y dejando al molino sin su fuerza motriz.
Domingo Álvarez dio buena cuenta a las Claras de los daños causados por la tormenta y estas, no tardaron en poner el remedio a la misma, sacando a pública subasta su reconstrucción, la cual anunció la voz pública del Concejo de Priego en la Puerta del Agua y los demás sitios de costumbre desde el cuatro de septiembre al once del mismo mes, a esta subasta concurrieron los alarifes Juan Álvarez que pujó en 3.500 reales y su tío Domingo Álvarez alarife y arrendador del molino que lo hizo en 3.300 reales.
En el documento de fecha 19 de septiembre del 1731 que hicieron las monjas Clarisas y Domingo Álvarez, indica el día de la tormenta ya que nos dice “…que el día 26 de agosto último pasado, fue su Divina Majestad servido de enviar una tormenta de piedras y lluvia de la cual dimanó llevarse parte de la presa del molino de pan del sitio de Almedinilla, propio de dicho convento, por lo cual y para obrarle a pedimento de la Madre Abadesa y de su gobierno, el día tres del corriente se hizo el pregón de dicha obra, para que hicieran postura en beneficio de ella, se le remató y en curso de los pregones, por Juan Álvarez vecino de ella y alarife, hizo postura de 3.500 r…. y publicada por Domingo Álvarez otra de 3.300 r., que se habían de pagar en partes iguales y con las siguientes cláusulas:
- Que el convento daría toda la madera necesaria para dicha obra, puesta en la huerta de la Nava propia de dicho convento, siendo por cuenta del adjudicatario el transporte de la misma hasta la presa.
- Que dicha presa ha de tener 26 varas de largo, poco más o menos y de ancho todo lo del río, quedando bien rematada por los dos lados y lo mismo con lo que queda de la presa vieja, reparación de los portillos que tienen la pared del caz para la entrada del agua.
- Que ha de tener de hondo vara y media, toda de mezcla, y si al tiempo de la obra la Divina Majestad enviara alguna crecida ha de ser de cuenta del convento el daño ocasionado.
- La obra ha de estar terminada a último de octubre del presente, y si no se acabara para esta fecha y la presa se llenará de agua, los daños han de ser de cuenta del otorgante y no del convento.
- Que una vez finalizada dicha obra, el convento nombraría a persona inteligente para que lo reconozca y de su conformidad a la misma.
- Los 3.300 r. se le han de dar en tres pagas, al comienzo de la obra, en medio de ella y la última cuando esté acabada y reconocida por el personal inteligente que designe el convento”.
Bibliografía
Fernández López R. (2011). José Álvarez Cubero figura cumbre de una saga de escultores. (José Álvarez Cubero, José Álvarez Bouquet) y de arquitectos (Aníbal Álvarez Bouquet, Manuel Aníbal Álvarez Amoroso y Ramón Aníbal Álvarez y García de Baeza.). Diputación Provincial de Córdoba y ayuntamiento de Priego.
Archivo Histórico Municipal de Priego. Libro 245, protocolo de Francisco Antonio Gragera, folio 118 y siguientes.
Archivo Histórico Municipal de Priego. Libro 251, protocolo de Fernando Antonio Gragera, folio 103 y siguientes.
Archivo Histórico Municipal de Priego. Libreo 252, protocolo e Fernando Antonio Gragera, folio 83 y siguientes.
Archivo Histórico Municipal de Priego. Libro 252. protocolo de Francisco Antonio Gragera, folio 87 y siguientes.