Agrupación Cultural Almedin-Ra.
Rafael Requerey Ballesteros (*)
A principios de los años ochenta del siglo pasado surge en Almedinilla un movimiento ciudadano para impulsar la cultura en una sociedad huérfana, carente de referentes culturales, olvidados y marginados por las autoridades locales. La cultura se asociaba con las fiestas del pueblo. Desde un principio las autoridades municipales y los poderes fácticos tomaron al movimiento como un adversario político y personal. La derecha más retrógrada se opuso al colectivo que, en 1981, fue legalizado.
Desde la perspectiva que da el tiempo parece irrisorio que alcalde, cura, médico, practicante y cabo de la guardia civil fueran los abanderados contraculturales.
¿Pero qué actividades peligrosas realizaban aquellos interfectos? Veamos: obras de teatro, pasacalles, actividades deportivas, recuperación de la comparsa y villancicos tradicionales, Belén Viviente, certámenes de villancicos, veladas flamencas, recuperación de la Candelaria y el carnaval y actividades con el grupo infantil y juvenil. Así como la creación de la Banda de Cornetas y Tambores, que después fue donada a la Hermandad de Jesús Nazareno. Y la fundación del grupo OCA.
Mantuvieron abierta su primera sede en la calle Llana, que tan gentilmente cedió Vicente Rodríguez. Con el producto obtenido con la representación de obras de teatro por toda la provincia se compró un local en la calle Moreras, pasando a ser la sede, pues se disponía de más espacio para realizar las actividades. A Vicente se le agradeció su gesto otorgándole una preciosa placa de plata con la inscripción: “A Vicente Rodríguez en agradecimiento por haber creído en nosotros”
Pero la derecha más retrógrada continuó fustigando a la Agrupación y a sus miembros más destacados. Hasta tal punto llegó la inquina que una noche el practicante persiguió a nuestro vicepresidente, siendo ya éste concejal del ayuntamiento.
El sistema que empleaban era la calumnia y el bulo. Nunca consiguieron sus propósitos. Aunque se metían con la profesionalidad y la familia, nunca quebraron el ánimo del colectivo ni el personal. En cuanto a mí, puedo afirmar, que nunca vi tanta maldad junta. La Agrupación fue en ascenso y consiguió que su agenda cultural fuera la del pueblo. Los detractores fueron perdiendo peso y acabaron guareciéndose en sus moradas de invierno pues sabían que su poder estaba llegando a su fin. Y el final llegó pronto con el cambio de signo político en el ayuntamiento. Desde entonces nada se sabe de ellos.
Es una pena recordar estos hechos. Atacaron a algunos miembros con denuncias falsas y falsos testimonios. Fue lastimoso comprobar cómo las fuerzas vivas eran los máximos enemigos de la Agrupación, de la cultura, de la libertad y de la democracia. Si alguien piensa que hablo por mí, se equivoca. Hablo por boca del colectivo que, en una época difícil, apostó por la cultura y la libertad, en defensa de su pueblo que posibilitó que Almedinilla hoy sea lo que es. El ayuntamiento tiene una deuda con la Agrupación Cultural, deuda que debe saldar reconociendo su aportación social y cultural.
Aquellos hombres y mujeres aportaron lo mejor de ellos mismos hasta llegar a unas elecciones municipales que supusieron el declive de la derecha. No fue un cambio atribuible solo a la Agrupación,
pero sí en gran medida, por el que tanto había luchado el colectivo.
Llegado a este punto de o anotar los nombres propios que se distinguieron por su compromiso con la
Agrupación y con Almedinilla: Julián Muñoz, Gregorio Sánchez Leiva, Alfredo Vega, Rafael Requerey,
Antonio Pulido, Paco Pulido, Manuel Carrillo, Gregorio Tirado, Manoli Rodríguez, Loli Sánchez, Salvi Rodríguez, José Castillo, Juan Calmaestra, Cristóbal Castillo, Domingo Córdoba, Paco Cano, María Luz Aguilera, Pepín, Zoilo, Morente, Juan “el Belga”, Juanillo “el Barbero”, Antonio Vega, Juan Heredia. Y otros muchos y muchas que ahora se me escapan a la memoria, a los que solicito su indulgencia pero que están en mi recuerdo común. Quiero hacer una mención especial a aquellas mujeres que, en contra de sus padres, estuvieron remando con todos y dieron lo mejor de sí mismas. Sé que se me quedan muchas cosas en el tintero, pero al menos como cronista, quiero dejar constancia de esa etapa para que perviva en la historia de Almedinilla. Estoy seguro que detrás de mí vendrán otros que la cuenten con más detalle.
(*) Cronista Oficial de Almedinilla